Central Park era uno de los lugares del Downtown de Londres que seguía siendo medianamente acogedor. Mientras todos los barrios aledaños se los había cargado el carajo debido al tráfico de drogas, la prostitución y la delincuencia, ese parque se mantenía con el estándar de “Un bonito lugar para tener una cita” Aun en días como hoy, con temperaturas de 5 grados, las escenas que nos regalaba trasmitían cierta calidez. Césped húmedo, con algunos nidos abandonados de aves en las copas de los arboles donde yacían cadáveres de aves desde hace algunos meses. La vida allí se limitaba estrictamente a la gente que visitaba el parque y las plantas que, arraigadas no podían defenderse de las ocasionales nevadas que el cielo de Londres improvisaba.
Puede que aparente menos, pero era una enérgica chica de 17 años. Muy obediente, esperó en la banca queLee le señaló, la que justamente estaba frente a los jardines marchitos de flores que, sin ninguna duda, algún día fueron frondosos. Esa chica irradiaba ternura, los mas dulces instintos de delicadeza la adornaban. En ese momento cursaba Preparatoria, recluida en un Instituto religioso, trataba de disfrutar a su manera la vida. A pesar de lo anterior, nunca fue problemática, al contrario en ciertas ocasiones pecaba de inocente. Esa mañana miraba al cielo como con una gran sonrisa en su cara, sentada en la fría banca, meneando sus pies. Sus lentes se empañaron y se los quito para limpiarlos con un pañuelo. Y al ponérselos de regreso, lo vio. Su semblante se ilumino mas, y corrió hacia el.
—Lo siento, ¿Llego tarde? — dijo Lee, tocándose la nuca y dándole a la niña una sonrisa un poco apagada
—Hmmmp! Que no vuelva a suceder, ¿ok? — exclamo con la ternura que la caracterizaba y dándole un pequeño golpe en el vientre
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