miércoles, 15 de febrero de 2012

Bipolaridad II

                  "Llegas hasta el consultorio del psiquiatra con una esplendida delgadez. Durante seis o siete días te olvidaste de comer porque tu mente estaba mas ocupada con una infinidad de pensamientos importantes. Ideas que, según tu, cambiarían el mundo con tan solo tener tiempo para anotarlas todas. El insomnio de la noche anterior ha incrementado tus niveles de ansiedad. El tic tac del reloj de la sala de espera altera tus nervios. Te enloquece. La luz que entra a través de la cortina se te figura un destello cegador. Sientes el piquete de un mosquito en el tobillo derecho y deseas, mas que cualquier cosa en el planeta, encontrar un cuchillo para rebanarte la piel y dejar de sentir comezón. Al mismo tiempo meneas la pierna izquierda de manera ininterrumpida. Arriba y abajo, una y otra vez. Es tu técnica favorita para eludir la imperiosa necesidad de hablar. Antes, cuando aprendiste que el dolor era una distracción eficaz para no iniciar esos monólogos superacelerados que desconcertaban a quien te rodeara, apretabas los puños y enterrabas las uñas en las palmas de las manos. Ahora nada mas das golpecitos sobre el piso. Tic tac. No puedes esperar un segundo mas. Te largas. Sales a toda prisa del consultorio y te diriges a la tienda mas cercana. Sobregiras la tarjeta de crédito al comprar herramientas para un jardín que no tienes. ¿Y que? atraviesas por un episodio maniaco, el otro extremo del transtorno bipolar. Solo registras el instante. Las consecuencias de tus actos y el mañana importan un carajo..."





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